Los metales como botes, latas, bandejas de aluminio o chapas debemos dejarlos en la bolsa de envases que va a ir al contenedor amarillo. De esta forma se van a poder reciclar y aprovechar para hacer nuevos productos de metal.
Un ejemplo de que el metal es una material fácilmente reciclable es que a partir de 670 latas de refresco se puede producir una bicicleta. Mientras que si abandonamos una lata en el campo va a tardar varias décadas en degradarse con el impacto visual y ambiental que supone.
Además, al tener contenedores amarillos por todas partes lo tenemos muy fácil. Hay en todos los barrios de Madrid, por eso no tenemos ninguna excusa para no separar todos los envases de metal que producimos. Entre todos y todas podemos recuperar gran cantidad de este material y convertirlo en materia príma que vuelva a ser útil.
También puedes animarte a reciclar tu mismo la lata que hayas consumido haciendo fácilmente un objeto tan útil como un cenicero o un original "posa-velas":
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