miércoles, 19 de febrero de 2014

Reducir, reutilizar y reciclar

Alberto se levanta, desayuna tostadas con café mientras escucha la radio. Termina de comer y tira los restos de lo que le sobró al bote de la basura. La radio deja de funcionar por falta de batería, Alberto abre un nuevo paquete de pilas, arroja las inservibles al mismo contenedor donde tiró los desechos junto con el envoltorio de las nuevas baterías que empieza a utilizar.  Antes de salir de su casa, decide tirar la bolsa de color verde con asas rojas, llena de comida y, en ella, restos que para él, son desechos. La cierra con fuerza y se dirige al basurero más cercano. Contempla los contenedores de diferentes colores pero tiene prisa, debe llegar a tiempo a su trabajo y la deja justo al lado de uno de ellos.  A la media noche pasa el camión de la basura, vacía los contenedores. Desaparecen las bolsas. Y, así, todo vuelve a empezar. María se levanta desayuna, tiene prisa, tira una lata, trabajo, etc.
Cada persona genera más de 500 kilos de basura al año o, lo que es lo mismo, una ingente cantidad de recursos naturales desperdiciados. Seis kilos de basura doméstica por una familia media de cuatro personas. Unos 575 kilos al año por cabeza sí vivimos en España, 760 sí estamos en Estados Unidos.  Un estudio elaborado para la ComisiónEuropea estima que si se aplicara la legislación de la UE sobre residuos, se ahorrarían 72.000 millones de euros al año, aumentaría en 42.000 millones de euros el volumen de negocios anual del sector de la gestión y el reciclado en la UE.  Además, se crearían más de 400.000 nuevos puestos de trabajo para el año 2020.
Lo que llamamos desechos son sobre todo recursos. Sí están revueltos no sirven para nada. Es imprescindible que la recogida selectiva de residuos se realice de forma correcta para que se pueda maximizar y aprovechar  los materiales contenidos en la basura. En la actualidad, nos encontramos con contenedores diferenciados en cuatro fracciones:  papel y cartón, vidrio, envases y resto. Es decir, salvo excepciones no se recoge de forma separada la materia orgánica. Es una aportación que todos tenemos a mano, añadiendo así, un granito de arena para conservar un medio ambiente saludable.
La materia orgánica, que supone cerca del 50% del contenido del cubo de la basura, puede ser aprovechada mediante el compostaje, para luego usarse en agricultura, jardinería o para recuperar suelos degradados. Pero el compost sólo puede ser destinado a dichos usos cuando reúne unos requisitos mínimos de calidad que no pueden ser alcanzados sino a través de la recogida selectiva en origen. Por eso es importante conocer nuestra basura y meter la mano en ella para ver cuánto podemos reutilizar.
En 2010 se recogían 24,4 millones de toneladas de residuos urbanos. De éstos, 19,4, millones son mezclados y 5 millones corresponden a recogida selectiva. La preocupación que nace al ver estas cifras es ¿por qué producimos tantos residuos?.  Las montañas de la basura que generamos puede llegar a ser, a veces, mayor que el tamaño de un edificio de cuatro plantas. Los desechos, esas bolsas que arrojan -Alberto ó María- terminan siendo enterrados en un vertedero o, lo que es peor, quemándolos en una incineradora.

El hombre ha producido más basura de 1960 a nuestros días que desde que comenzó a ser hombre hasta 1960. Debemos tener el valor de mirarnos al espejo y ver  todo lo que desechamos  a diario: fruta, verdura, restos de comida cocinada, envases de plástico, servilletas de papel, trapos sucios,etc. Reciclar debe ser el último paso. Sí seguimos el orden real deberíamos reducir nuestro consumo, reutilizar y reciclar. Sí los separamos, podremos volver a usarlos como papel, metal, vidrio o como compost para fertilizar la tierra. Como ciudadanos debemos descubrir el valor de los residuos. Algunos no podrán evitarse, como es lógico, pero pueden transformarse en valiosos recursos, lo que implica ahorrar dinero. 

Por Mariana Espinel

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